viernes, 3 de junio de 2016

Cuentos de Terror en La Moraña

Noche de brujas, Víspera de Todos los Santos o Halloween. Una ocasión anual para poder contar leyendas, historias de miedo y misterio. En esta ocasión, fui contratado por un grupo de amigos que se juntaron para pasar una noche muy especial y única.


El miedo fusionado con el humor, produce un cóctel emocional muy apetecible para el público. Si además el espacio donde se cuenta acompaña, los resultados son excelentes. En esta ocasión, el lugar fue una bodega cercana a la zona de "La Moraña". Mientras ambientábamos el espacio con velas y artificio, Javier, el contratante, me comentó que aquella bodega fue construida en torno al 1879. También señaló algunos rastros y marcas hechas por humanos que mostraban un aspecto incluso más antiguo, quien sabe si de la época de los mozárabes.



El espectáculo comenzó a las 00h. como el ritual merece. Los convidados se reunieron en torno a la entrada. La luz de la luna y de las antorchas junto con la banda sonora de "Eyes Wide Shut" sonando al revés producía el desasosiego, intriga y risas nerviosas deseadas: preclaros designios de que el panorama estaba listo para iniciar la sesión.


Un sonido atronador, indicó a los convidados que ya podían descender escaleras abajo, para sentarse en los bancos apostados en sendos laterales de la bodega. Posteriormente fueron recibidos por un sujeto oscuro pero inspirador de cierta confianza, ante la sordidez de la atmósfera existente. El acto duró dos horas y media. Puede parecer una barbaridad, pero el público se encontraba tan gusto, así como su maestro de ceremonia.


Cuando se produce un nivel de atención alto, el narrador luce sus mejores historias y sale a relucir el humor más auténtico y espontáneo de cada uno de los asistentes. La sesión se convierte en un momento mágico en el que los tiempos de la Humanidad se detienen y confluyen en un todo armónico. La gratitud se eleva sobre todas las cosas y lo trivial trasciende, dando paso a lo extraordinario, único e irrepetible.


Pruebas de valor, dentera y grima, anulación de sentidos corporales para no poder percibir lo que sucede. Risas nerviosas en vista de la desdicha ajena. Protagonistas de una noche inolvidable entre tiempos de carcajadas y de reflexión en que las personas alcanzan una sensación de plenitud interior.


La reflexión sobre esta experiencia, es sobre la felicidad de conocer personas extraordinarias, a las que actualmente les importan las historias y apuestan por este tipo de veladas nocturnas tan especiales.



Sin duda hay cosas que merece la pena vivirlas y no se pagan con nada que pertenezca a este mundo, aunque cuando se regresa a la cotidianeidad, siempre se agradece el pago por una labor bien hecha como fue el caso.


Sólo por minorías de personas como estas, que se ocupan por encontrarse anualmente para festejar la Amistad. Sólo por quienes valoran la Palabra Sagrada de las Leyendas y la Tradición Oral que acompaña al Hombre desde tiempos primigenios. Sólo por el placer de reir y compartir. Sólo por eso, merece la pena continuar en esta peculiar profesión: para presenciar la exaltación de la vida en estado puro. Quien sabe... quizá la Noche de los Muertos, sea en realidad la Noche de los Vivos.


Larga Vida a Noches como esta.

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