lunes, 25 de febrero de 2019

La Esperanza y el Éxito del Actor

Comenzar sin necesidad de esperanza, persistir sin necesidad de éxito. Ludwig Mies Van Der Rohe.


Me ponen contra las cuerdas cada vez que hacen la típica pregunta: - Y tú, ¿a qué te dedicas?. Básicamente a abarcar el mayor número de formas de ser y estar, a fin de cuentas, el mayor logro de un artista poliédrico es no ser nada ni tener nada. Precisamente para poder serlo todo y que el recipiente permanezca vacío, amoldable a lo que toque ser, sin prejuicios ni miedos.



Contra esta convicción choca el actual oportunismo generalizado que invade el ambiente con que toca lidiar a diario: una amplia gama de oportunistas carentes de formación y escrúpulos, eso sí con una convicción muy clara: sobresalir de los demás al precio que sea. Ávidos por satisfacer su necesidad a corto plazo, estas personas están dispuestas a hacer lo que sea por una mínima cantidad.


Mantenerse en la cuerda floja unos segundos, es realizable por cualquiera que se lo proponga. Lo complejo estriba en mantenerse durante años. Hay que rodearse de recursos, tener los instintos a flor de piel, observar lo que está sucediendo alrededor con cada momento, saber cómo cambiar con el cambio, conocer hacia donde sopla el viento, detectar de donde viene... y hacer lo que quieras, si, pero con cabeza y sin pisar a nadie.


Quizá estas palabras no le importen a nadie, pero quien sabe... después de todo, creemos escribir cuando en realidad somos escritos. Y eso es algo de lo que nadie puede escapar. Ni siquiera usted ahora, que cree leer y sin embargo, está siendo leído.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un poco de autocrítica siempre es beneficiosa en el mundo en el que usted parece moverse. Ver con los ojos del otro, y no solo con los ojos fijos. Todos vivimos en una cuerda floja continua y depende, únicamente, de nosotros mismos no caer. Aferrarnos con uñas y dientes en lo que creemos (en nuestro propio trabajo) como algo válido y, siempre mejorable. Salud y buenos alimentos.

Iván Trasgu dijo...

Con el tiempo se acaba por agradecer más la escasa y fresca crítica sincera recibida, que la excesiva y agotadora autocrítica. Gracias por su comentario.